Uno de los factores fundamentales que más ha incidido en la despoblación del Alto Aragón durante el siglo XX ha sido, sin duda, la construcción de embalses –a menudo arbitraria– que han supuesto el abandono de grandes áreas del territorio. Así sucedió, por ejemplo, con las obras de Jánovas, Yesa, Canelles o Mediano. Como consecuencia, cientos de personas tuvieron que dejar una vida atrás para siempre y empezar de nuevo lejos de su casa.
En este artículo nos detendremos en el caso de Mipanas. Concretamente, nos referiremos a la vida previa al abandono de la localidad debido a la expropiación e inundación de las mejores tierras de cultivo para la construcción del embalse de El Grado. No obstante, a partir de 1986 ha recobrado vitalidad con el asentamiento de varias familias. Por tanto, no se puede hablar en absoluto que el pueblo esté abandonado en la actualidad.
A 477 metros de altitud, Mipanas se halla próximo a las orillas del embalse de El Grado, ya cerca de Abizanda. Podemos llegar por medio de la carretera de Barbastro a Aínsa, poco antes de adentrarnos en la comarca de Sobrarbe, en donde se toma una pista a la derecha bien señalizada que nos permite llegar hasta el núcleo.
Mipanas fue municipio y dispuso, como tal, de ayuntamiento propio y albergaba las aldeas, hoy todas deshabitadas, de Paúl, Montarnero, La Muela, Rosico y La Sierra. Posteriormente, en la década de 1970 Mipanas se fusionó con el ayuntamiento de Naval.
En el siglo XV Mipanas osciló entre 7 (1488) y 10 fuegos (1495), que se mantuvieron en los años 1543 y 1609. En el siglo XVIII contaba con 12 vecinos en 1713 y 8 en 1717, 1722 y 1787. Posteriormente, en 1785, figura como lugar. Por su parte, Pascual Madoz, a mediados del siglo XIX, anotaba 14 casas, 19 vecinos y 117 almas. Por último, en el nomenclátor de 1857 Mipanas albergaba 240 habitantes, incluyendo las aldeas mencionadas anteriormente.
A lo largo del siglo XX la población de Mipanas fue como sigue: 130 habitantes en 1900, 119 en 1910, 96 en 1920, 90 en 1930, 78 en 1940, 79 en 1950 y 76 en 1960. A partir de 1970 el núcleo ya no aparece en el censo de población. De nuevo, ya en el siglo XXI, desde 2005, la población oscila entre 10 y 20 habitantes.
La iglesia parroquial está dedicada a San Miguel, localizada muy próxima al pantano y reconstruida en su gran parte. Se levantó a caballo entre los siglos XVII y XVIII. Consta de una única nave y cuenta con tres capillas laterales. El interior del templo conservaba pinturas de calaveras y otros motivos fúnebres. Además en el altar mayor se mantenían tres santos: a la izquierda, San Antonio; en el centro, San Miguel y a la derecha Santa Quiteria. No obstante, no lejos de esta edificación se encuentran los restos de un templo románico con advocación también a San Miguel, que probablemente sería la iglesia original, aunque también podría tratarse de la capilla que se situaba en casa Salamero. Actualmente solo se mantiene en pie el ábside. En los años 50 del siglo pasado la iglesia era atendida por el cura de Escanilla, quien oficiaba misa cada dos o tres semanas. Posteriormente era el cura de Abizanda quien tomó el relevo.
Otros elementos de interés son el molino en ruinas, ubicado a la vera del río, un puente de los siglos XVIII-XIX en el barranco de Los Gorgos, el torno común de aceite y la ermita de Santa Quiteria, en ruinas, debido a una riada que la derribó. En este sentido, los habitantes de Mipanas iban en romería al santuario de Nuestra Señora de Los Dolores de Naval.
Los nombres de las casas de Mipanas, cuya construcción era en piedra o adobe, son los siguientes: L’Abadía, Agustín, Benito, Buil, Cambra, Correo, Fierro, Loriente, Lueza, La Maestra, Nireles, Pano, Périz, Ramón Buil, Salamero, Sánchez, Sarrablo, Serena y Tejedor.
En cuanto a la arquitectura de las casas, podemos destacar la de casa Cambra. Así, entrando, a la izquierda, se encontraba el pajar seguido de la zolle para los cerdos. Al traspasar la arcada de la casa, a mano derecha, se hallaba el horno de pan y de frente la puerta de entrada a los corrales. A la izquierda de la puerta de entrada, aparecía un distribuidor para la cuadra, el gallinero y las escaleras para subir a la casa y bajar a la bodega, que se hallaba bajo tierra.
En la primera planta las dependencias eran las siguientes: la cocina con el fogaril y las cadieras, además de una mesa amarrada en la pared que se subía y bajaba para las comidas. También destacaba el fregadero con la ubicación de los cántaros para el agua y la salita de estar con dos alcobas, una con dos camas y la otra con una. A continuación, una puerta que daba entrada a la despensa-repostería, allí colgado del techo había un estante con huecos para guardar el pan, las arcas para salar los jamones, tomates en conserva, longaniza, olivas, trigo, harina, judías, etc.
Respecto a la segunda planta, se ubicaba la falsa, donde se guardaban patatas, cebollas y trastos, entre otros elementos. Igualmente, se encontraba el conejar.
Como hemos señalado anteriormente, a consecuencia de la construcción del embalse de El Grado, gran parte de las tierras de cultivo, las mejores y más productivas, quedaron anegadas. Por tanto, los vecinos se vieron forzados a marchar, ya que se les privó de un futuro próspero que asegurara el desarrollo económico y social de la localidad. Así las cosas, la emigración comenzó a finales de la década de 1960, entre 1966 y 1967. Por consiguiente, las familias pusieron rumbo a Barbastro, Huesca, Binéfar, Zaragoza, Lérida y Barcelona.
Anteriormente a estos hechos, Mipanas había sido un pueblo lleno de vida. Como en muchas otras poblaciones, las condiciones diarias eran de subsistencia con lo más elemental: apartado de las comunicaciones (todos los desplazamientos se realizaban caminando), sin luz eléctrica ni agua corriente, pero autosuficientes con el cultivo de huertos, tierras y cría de animales de corral como gallinas, conejos, cabras, ovejas y cerdos.
Aparte, Mipanas contaba con una herrería común que servía para el mantenimiento de las herramientas. De todas formas, de Ligüerre de Cinca bajaba un herrero para herrar a las caballerías. Algunos miembros de casa Cambra ejercían de carpinteros y en casa Loriente había albañiles y cesteros. Servando Palacio Lacambra, de casa Cambra, cortaba el pelo a varias personas del pueblo. La esquila se realizaba en cada casa y en algunas casas se cultivaba cáñamo para hacer cinchas para los animales de carga, se hacían ovillos de lana y se confeccionaban jerséis y calcetines. Tanto el médico como el cartero, llamado don Julio, venían de Naval. Como practicante no había, las mujeres ponían las inyecciones desinfectando la aguja en agua hirviendo. Asimismo, los nacimientos eran asistidos por algunas señoras del pueblo.
En cuanto a los suministros, de Naval procedían la sal y los utensilios de cocina como cazuelas, pucheros, jarros, botijos o cántaros. Para ser atendido por el sastre era necesario bajar a Barbastro. La ropa y calzado se adquirían en Barbastro y Graus. No obstante, a veces pasaba un señor con un animal de carga vendiendo diversos productos como naranjas o sardinas, entre otros. En los últimos años previos al abandono de Mipanas se habilitó una tienda que suministraba provisiones en un cuarto de casa Benito.
En Mipanas se sembraba trigo, ordio, cebada, lentejas, garbanzos, nabos, remolachas y alfalfa. El trigo que se cosechaba se molía en Naval. En cada casa había un horno donde se amasaba la harina con levadura y se hacían los panes. Aparte, todas las casas disponían de bodega y tinaja de aceite de su cosecha.
En cuanto al agua, se iba a buscar con cántaros a la fuente con un animal de carga. Una balsa de casa Salamero servía para hacer la colada para lo cual el jabón se fabricaba en cada casa con ceniza, aceite y sosa.
En Mipanas se criaban burros, mulos, ovejas, corderos, cabras, conejos y alguna vaca. De Barbastro subían a comprar cerdos y almendras. Asimismo, los habitantes del pueblo acudían a las ferias de animales de Barbastro y Graus. Se cazaban jabalíes, conejos, perdices, tordas, entre otros.
Respecto a las fiestas, en Mipanas se celebraban dos. La mayor era el 22 de mayo en honor a Santa Quiteria y la menor el 17 enero en conmemoración de San Antonio. Los festejos se prolongaban dos o tres días y se celebraba una misa. Además en la era se montaba el baile con músicos al que acudían familiares y gente de otros pueblos cercanos.
Finalmente, los niños de Mipanas asistían a la escuela del pueblo, que contaba con unos 10 o 15 alumnos en los años cincuenta. Una de las maestras fue doña Marcelina, que empezó siendo interina y se quedó fija.
Nuestro más profundo agradecimiento a Servando Palacio Villacampa, de casa Cambra, por sus recuerdos en torno a la vida en Mipanas y a José Antonio Orús por facilitarnos el contacto.
Por Alberto Gracia Trell * Queda prohibida toda reproducción sin permiso escrito del autor y del editor a los efectos del artículo 32 de la Ley de Propiedad Intelectual Por Ronda Comunicación – 27 enero 2022
Cómo habitante y enamorada de mi pueblo., Mipanas, agradezco enormemente tener la oportunidad de leer artículos como estos , que me ayudan a conocer y entender mejor la historia de mi pueblo, siempre he sentido una gran curiosidad por la vida aquí, antes de que hicieran el pantano, y de pequeña fantaseaba con la idea de poder viajar en el tiempo y poder vivir por unas horas entre las casas y recorrer los rincones que tras el abandono, quedaron perdidos y olvidados. Gracias a algunos de los que se fueron entonces y con los s que tuve oportunidad de hablar ( el Señor Pardinas o el Señor Servando) he ido conociendo muchas cosas , y puedo hacer una reconstrucción mental del esplendor de este pueblo. Espero que mi historia continue ligada a este por muchos años.
Gracias Neus, comentarios así son los que hacen que todo esto merezca la pena. Siempre eres bienvenida si además de leer, quieres contar algo 🙂
La tarea de rescatar la memoria es inmensa, pero reconfortante.